Esta es una pregunta recurrente en algunas personas que se cuestionan su relación: ¿es el momento de dejar a mi pareja? ¿me estaré equivocando si lo hago? Y es que, hay veces que parece que está muy claro que ha llegado el fin de una relación. Por diversos motivos. Pero en la mayoría de las ocasiones es complicado saber si es el momento. O, ¿quizás lo complicado es tomar la decisión? Veamos.
Cuestión de decisión_
Estamos, claramente, ante un proceso de decisión. Y como en cualquier proceso de decisión, perderemos cosas y ganaremos otras. Lo que es relevante aquí es la importancia que tiene lo que pierdes o lo que ganas.
Cuando vas a una cafetería y tienes clarísimo que quieres un café solo, todo lo que dejas de pedirte te da igual. Porque tú quieres tu café. Y eso te da la máxima felicidad. Pero, ¿qué pasa cuando no tienes nada claro lo que te gustaría tomar? Todo lo que pides te recuerda a su vez que estás dejando de poder tener otras cosas. ¡Menuda situación!
Permíteme haber puesto este ejemplo tan sencillo para que veas claramente que siempre que tomas una decisión estás perdiendo cosas para ganar otras. Pues lo mismo pasa cuando te planteas una relación.
Perder vs ganar_
Si dejas la relación tendrás que enfrentarte a una realidad determinada: quizás cambiarte de casa (con su respectiva mudanza), quizás pasarás por un proceso de divorcio (que abre más planteamientos si cabe si hay peques en casa), apartarte de un circulo de amigos/as común o de la otra persona, perder una situación económica estable, perder a una persona con la que realizas muchas actividades en común,… añade aquí todo lo que se te pase por la mente.
Pero, no todo son escenarios negativos. Porque dejar la relación también puede traerte tranquilidad, paz, sensación de absoluta libertad, más tiempo libre, salir de una situación de peleas y conflictos diarios, dejar de vivir con esa persona con la que no te entiendes para nada en términos de logística de casa… y aquí, puedes seguir añadiendo razones por tu cuenta.
Pues lo mismo sucede con los motivos de continuar con la relación. Que te encuentras con aspectos que suman, pero también con pérdidas.
Y hay algunas de esas cosas que pierdes que te hacen asomarte a un abismo personal que cuesta resolver. Como cuando tienes que pasar por un divorcio o por una gran mudanza. Esas cosas toman tiempo, sobre todo si eres una persona a la que le cuesta tomar decisiones. Pueden pasar hasta años de inmovilismo.
Dejar a mi pareja una vez al mes_
Una mala práctica que lo único que hace es condicionar la relación, maltratarla y hacer que todo se llene de inseguridades es dejar la relación con relativa facilidad. Es decir, que siempre que se discute la relación esté en entredicho.
Esas frases tan manidas en algunas casas como: «¿ah, sí? ¡pues lo dejamos!» para luego volver a las horas como sino hubiera pasado nada.
Cuando hacemos eso estamos menospreciando la relación. No valorándola. Y llenándola de condicionantes por los que puede o no puede existir. Es un ejercicio de poder que nada aporta a la relación. Y eso, nunca es bueno para una pareja.
Como si fuera tan fácil_
Claro que no es sencillo. Para nada. La vida no te pone en bandeja la decisión la mayoría de las veces. Es muy raro que estés con una persona que nunca te haya dado nada bueno, que nunca te haya hecho sentir bien. Claro que la quieres. Claro que te quiere. Pero es que eso es de cajón. Una relación no debería poder sobrevivir solo a base de cosas que se tendrían que dar por hecho.
Las relaciones son sistemas en continua transformación y movimiento. Y adaptarnos siempre a todos esos movimientos es complicado.
Y a todo esto tienes que sumarle la dependencia emocional que a veces se genera en algunas relaciones. Sobre todo cuando te planteas dejarle y tienes esos altibajos de seguridad («está claro, tengo que dejar la relación») que se abrazan con esas incertezas («ay… es que le quiero tanto, ¿cómo voy a estar sin él/ ella?»). Estos pensamientos tan polarizados alimentan sin duda la dependencia hacia la otra persona y hacia la relación.
Entonces, ¿cómo decidir?_
Siento si has llegado hasta este post esperando encontrar una fórmula secreta que te lleve a la mejor decisión. A lo que aspiran estas letras sobre todo es a hacerte reflexionar, y que a partir de todo esto, puedas seguir interpretando tu realidad.
Lo que sí que es cierto es que hay determinadas cosas que, al menos, son señales de que algo no va bien. Por ejemplo, si imaginas dejar tu relación y te invade una gran sensación de liberación. Suele ser señal de que esa relación te aprieta. O si estás en una relación dominada por las discusiones y el conflicto. Donde todo se arregla a base de condicionamientos o amenazas.
Hay otros escenarios menos obvios, como aquellas relaciones donde no pasa nada. Es decir, que no hay motivos para dejarlo, pero tampoco para quedarse. Relaciones donde no se discute, pero tampoco hay motivación. Ni nada más. Relaciones en las que te acomodas, y dejas pasar el tiempo. Y tu vida. Que está genial si es lo que quieres, pero, ¿es lo que quieres?
A veces, incluso hay miedo de perder a mi expareja como amigo/a o en mi vida. Y en este post te hablo acerca de cómo relacionarte con tu ex y afrontar una ruptura.
Es muy posible que si decides dejar la relación tengas momentos de duda. En los que pienses que te has equivocado, que no deberías haberlo hecho. Es normal. Pero es necesario dejar pasar ese día y ver cómo estás al día siguiente. Si era algo dominado por la emoción del momento. Habrán montañas y valles en todo ese proceso. Es importante que lo tengas en cuenta. Y que, si lo ves conveniente, te dejes acompañar.
Muchas gracias por leerme. Si tienes algo que contarme puedes hacerlo a través del mail info@evaperea.es
Y siempre podrás visitarme en mi despacho de Terapia de pareja en Valencia.
un abrazo_