Las separaciones rara vez son procesos sencillos o ajenos al dolor, la rabia o la tristeza. El hecho de que existan elementos que unan más si cabe a las personas que formaban la pareja puede generar que este proceso sea todavía más complicado de gestionar. Los hijos/as en común, los bienes compartidos, el grupo de amigos que solíamos frecuentar juntos o incluso el mismo centro de trabajo son algunas de las situaciones que obligan a tomar decisiones más allá de dejar la relación.
Y es que, cuando una pareja lleva mucho tiempo unida, se han creado alrededor de ella una serie de sistemas. Una vida en común que, cuando llega el momento de separarse, parece que se derrumbe por completo. Y lo que es peor. A veces parece que lo hace contigo dentro.
Evidentemente, suele ir de la mano el número de años compartidos con la dificultad de dejar esa relación. Esa sensación de haber invertido mucho en algo que se acaba suele frustrar de manera clara a las personas. Pero más allá de esto, cuando una de las dos personas que forman la relación dice hasta aquí, no hay más que hacer.
Una vez llegados a este punto, a ese momento en el que se pone encima de la mesa «lo del divorcio» empiezan a concatenarse una serie de sucesos para los cuales que muchas veces no estamos preparados. Sobre todo si es tu primera vez.
los procesos de divorcio_
Casi siempre podemos encontrar un mismo esquema: por un lado la persona que finalmente toma la decisión y que se siente más resuelta y activa en este proceso. Y luego está la otra. La persona que tiene que asumir esta decisión y que no tiene mucho más que aceptar y seguir hacia delante.
También, por supuesto, hay casos de separaciones o divorcios de mutuo acuerdo (real, no solo legal). En estos casos la decisión es conjunta y no se nota tanto ese papel activo/ pasivo del que te hablaba antes.
A lo largo de todos estos años acompañando a parejas he podido comprobar que, en muchas ocasiones, se dan una serie de actitudes que en nada ayudan a estos procesos. Conductas que se repiten y que lo único que hacen es producir sufrimiento y problemas evitables.
Aquí te hablaré de algunas de estas situaciones para que, si es tu caso, puedas tenerlas en cuenta en un proceso de separación o divorcio.
errores más comunes (con o sin hijos/as)_
uno_ alargar el tiempo de vivir juntos después de tomar la decisión de separarnos o divorciarnos. Cuanto más tiempo extendamos esa convivencia más desadaptativa y rara se puede volver. Sobre todo si una de las partes aún está convencida de que se puede «salvar» la relación mientras que la otra ya está en otro capítulo de su vida.
dos_ pensar que la que era mi pareja es mi amiga o amigo y me debe ayudar en el proceso de duelo. Lamentándolo mucho, y a no ser que tengáis una relación súper sana y adulta y que seáis personas completamente pragmáticas es casi imposible que no salgáis escaldados de hacer esto. Busca en tu entorno cercano gente que te quiera y te apoye. Busca tu propia tribu para este momento de dolor.
tres_ meter a las familias. A veces creemos que contándolo a la familia de la persona que me ha dejado se creará un plan de acoso y derribo para convencerla y por fin se dará cuenta de su error. Nada más lejos de la realidad. Esto lo único que puede crear es más crispación y necesidad de alejamiento. Lo mismo sucede con intentar involucrar a terceras personas en común.
cuatro_ hablar de la separación todo el tiempo, a todo el mundo y con todo lujo de detalles. Y ademas, esperando a que una de esas opiniones sea la definitiva para solucionarlo todo. El problema de este punto es variado. Por un lado, si no paras de hablar de un problema, vives en el problema. Por otro lado, este tipo de temas le encantan a la gente. Y como no, les encanta opinar. Las opiniones pueden ser muy diversas, y algunas, muy dolorosas. Y al final, ¿de qué te sirven?
En ningún caso quiero decir con esto que no hables con nadie, en absoluto. Es normal que necesites desahogarte y que cuentes con personas cercanas para ello. Pero hay cierta diferencia entre esto último y que hagas de tu tema de conversación principal lo de que «tu mujer te ha dejado» (por poner un ejemplo).
cinco_ pensar que nadie puede ayudarte. Desde luego que hay profesionales que tratamos a diario con este tipo de procesos, como por ejemplo los terapeutas de pareja o psicólogos expertos en parejas. Un acompañamiento profesional en estos momentos complicados puede facilitar mucho las cosas. Y puede evitar muchos de estos errores.
errores más comunes (con hijos/as)_
uno_ contarle a los hijos/as que os vais a separar mucho tiempo antes de que se vaya a dar la separación de manera real, efectiva y física. Si les contamos a los niños que los adultos de referencia se van a divorciar pero seguimos viviendo juntos 6 meses más, esto (y más según la edad que tengan los niños/as) lo único que puede generar es inseguridad y desconcierto. (Aquí tienes un post sobre cómo hablar a niñas y niños del divorcio en el hogar).
dos_ intentar dejar claro a los hijos/as que fue mamá o papá (adapta esto a tu circunstancia si eres una familia homoparental) quien decidió dejar la relación. Este intento de crear buenos y malos solo sembrará sufrimiento y podrá volverse en nuestra contra en el futuro.
tres_ seguir haciendo cosas en familia a pesar de que se haya dado la separación. Hay muchas familias que se divorcian y al principio piensan que esto es una idea maravillosa. Lo hacen sobre todo porque se sienten mal de romper la familia. Luego se dan cuenta de que es tremendamente complicado que salga bien. Es necesario que los hijos e hijas se hagan a la idea de la separación de forma total, y por otro lado que los adultos puedan también hacerse a la idea de esta nueva situación. Con el tiempo se podrá observar cuanto de recomendable serían estos tiempos compartidos. Pero hay que dejar pasar un tiempo de adaptación a la nueva situación.
cuatro_ resistirse a crear un convenio regulador. Exista o no un matrimonio, el convenio regulador es necesario siempre que existan hijos y/o hijas en la pareja. El convenio regulador es una herramienta que trabaja a favor de la protección de los derechos de los menores. Y es sumamente importante que, una vez la relación entre los adultos ha terminado, estos derechos queden regulados como determina la ley. Y esa forma es mediante el convenio regulador. Necesitaréis un abogado para poder formalizar este aspecto.
¡Ah! y recuerda: la pensión de alimentos (siempre que no haya custodia compartida) es un derecho de los hijos, no algo a lo que los adultos puedan renunciar.
cinco_ intentar sacar información a los hijos sobre la vida del otro progenitor. De nada sirve que no te comuniques con el padre o la madre de tus hijos si luego te pasas el rato que estás con ellos atando cabos sobre su actual realidad. Invierte esa energía en disfrutar de ellos al máximo.
Y por último, el error más común: pensar que nunca lo superarás. Está claro que son situaciones muy complicadas y a veces llenas de circunstancias que las complican más todavía. Pero reitero la idea de que no tienes porqué pasar estos procesos a solas. A veces un poco de ayuda por parte de una persona experta en estos procesos puede ayudarte muchísimo más de lo que piensas.
Mucho ánimo si estás atravesando por un proceso de divorcio.
Muchas gracias por leerme. Si tienes algo que contarme puedes hacerlo a través del mail info@evaperea.es
un abrazo_