Existen distintos pilares fundamentales en los cuales se sostienen las relaciones basadas en el bienestar de la pareja. Pilares que forman una estructura fuerte que permitirá a las personas que viven esa relación poder salvar todos aquellos momentos más complejos por los que pasan las relaciones a lo largo de la vida. Cuando estos pilares fundamentales no se respetan, nos encontramos ante situaciones como la desigualdad en la pareja.

La igualdad de valor en la pareja: un pilar fundamental

Uno de estos pilares básicos sería el de la igualdad en la pareja. Estoy hablando de la llamada igualdad de valor. Es esencial que las personas que componen la relación se sientan iguales en valor. Sientan que tienen la misma importancia en ese compromiso, sin que ocurra entre ellos competiciones o comportamientos de comparación. Cuando esto sucede comienza a existir un desajuste en la igualdad que, necesariamente, llevará a la relación a una situación de desequilibrio. No estoy hablando aquí de una igualdad formal. De pensar y decir que somos iguales a nuestra pareja en cuanto a tareas, cuidados o formas de hacer las cosas. Estoy hablando de algo mucho más profundo que seguro alguna vez has sentido. Esa sensación interna de que tú o tú pareja es mejor/peor que tú: ¿cuántas veces te has sorprendido criticando alguna acción de tu pareja, por ejemplo, relacionada con su comportamiento o su profesión? o, desde la otra perspectiva, ¿cuántas veces te has rebajado en comparación con tu pareja para que él o ella se sienta mejor? Este desequilibrio se traduce en posiciones de deuda e inferioridad en la propia relación. La igualdad en la pareja supone, entre otras cosas, sentirnos plenamente completos en la relación. No existe comparación alguna y mucho menos sentimientos relacionados con el deseo de «que las cosas no le vayan bien» a la otra persona. Cada miembro de la pareja aporta lo que es y lo que tiene, lo que hace y lo que siente, sin pretensiones y con amor.

Cuando YO me siento más que tú: una superioridad que desequilibra

Cuando una de las personas en la relación se siente más que la otra se lo hace saber de muchas maneras. Con pequeñas frases, con maneras y formas de hablar, con conductas de superioridad y/o llevando la parte más activa de la relación y de la vida en general. La otra persona, si acepta este rol de inferioridad, se verá atacada por las maneras de su compañero/a (en muchas ocasiones totalmente inconscientes). Esto irá minando su autoestima e incluso la pondrá en una posición muy alejada de lo que ella o él mismo saben que son o están realmente. Te alejarán de ti. Muchas veces presencio desigualdades basadas en la aportación económica que, por ejemplo, una parte de la pareja da a la relación en comparación con la otra. Me sorprendo ante la facilidad que existe en ocasiones para coger una posición de superioridad por estar en un momento de mayor ganancia económica y por ello sentirse con «derecho de» ante la otra persona de la pareja. También podemos encontrar una desigualdad de valor ante comparaciones relacionadas con los orígenes familiares de cada uno de los miembros o con el nivel de estudios o preparación académica de las personas en la pareja. Lo mismo sucede con el trabajo, la profesión o el desarrollo personal. Todo aquello que sea comparable, y si es posible, cuantificable.

Cuando TÚ solo sabes «dar» y no tienes qué recibir

También se puede dar otro tipo de desigualdad. Aquella que toma forma a partir de que una de las partes de la pareja se implique mucho más en la relación que la otra persona. Que encuentre «su sitio» en el dar, y que no tenga en cuenta que también es necesario recibir. Son aquellas personas que solo encuentran su valor en las relaciones por lo que pueden aportar, y no se creen con derecho a tomar. 

«No camines por delante de mí, puede que no te siga. No camines detrás de mi, puede que no te guíe. Camina junto a mi y sé mi amigo» (Albert Camus).

Cuando esto sucede, el equilibrio de la relación está completamente alterado, casi desde el inicio. Normalmente este tipo de roles (yo solo doy/ tú solo recibes) se dan desde el principio, y se van manteniendo y asentándose con el transcurso de la propia vida en la pareja. Pero… es un peso tan pesado aguantar tú mismo/a una relación. Con el paso del tiempo una parte de la pareja se sentirá muy en deuda (aunque le encante exigir a su pareja) con la otra y la persona que solo se preocupa de dar se sentirá muy vacía con ella misma… con las consecuencias que esto puede originar de manera individual y sobre la propia relación. Así llegamos a: Vivir por y para el otro/ la otra ¿te suena?  Además, este tipo de estructuras de relación pueden desembocar en algo de lo que ya te he hablado en esta web: la dependencia emocional.

La importancia de que «disfrutes al dar» y te «permitas recibir»

Son dos acciones muy básicas pero que siempre se encuentran en conflicto en las personas con las que trabajo. Normalmente hay personas que solo saben dar y otras que solo saben recibir. Cada una de ellas adoptan este rol que llevan, como no, a sus propias relaciones de pareja. Pero esto no les hace felices, y mucho menos les permite disfrutar de una relación plena y satisfactoria. Fíjate como hablo de «disfrutar al dar». Esto es esencial, tienes que disfrutar al dar a tu pareja. Si lo haces como una obligación, como algo que se te exige finalmente lo que das se convertirá más tarde en rencor. Permitirte recibir es también un arte poco practicado. Cuando solo encuentras tu valor en «dar», lo contrario se te hace hasta extraño. Es como si no lo merecieras, como si no fuera para ti. Pero sí, es para ti, y desde luego que lo mereces. Para aprender a recibir es necesario tener un sentido del auto amor y autoestima elevado.

La pareja como agente de cambio en tu vida

Debemos tener presente que las parejas son agentes de cambio en nuestras vidas. Nos enseñan mucho más de lo que seguramente somos capaces de ver a simple vista. Si estás viviendo una relación basada en esta desigualdad de valor, seguramente tendrás que revisar tu propio sistema individual para ver porqué estas relacionándote con estas premisas.  Vivir una relación en la que no te sientes ni por encima ni por debajo de tu compañera/o. En la que tienes esa sensación maravillosa de caminar a su lado, de no deber ni que te deban nada. De poder disfrutar de todo aquello que recibes y das, en un intercambio perfecto y equilibrado de compromiso y amor en la relación. Un baile de equilibrio. Desgraciadamente, no es el modelo que predomina en las relaciones de pareja. Seguramente porque el sistema en el que nos relacionamos se guía en su mayor parte por un individualismo exacerbado y una competitividad mal enfocada que, en ocasiones, arrastramos a nuestras relaciones. Te invito a revisar tu relación o a revisarte tú mismo/a en las distintas experiencias en pareja que hayas podido vivir y ver si, definitivamente, nunca has gozado de esa igualdad real, efectiva e interiorizada junto con tu compañero/a de vida. Mientras tanto, te mando un saludo equilibrado y en igualdad.

 

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