La pareja, como construcción social, no debe concebirse como un elemento rígido e inmutable. No nos encontramos ante una situación fija, sino ante un vínculo que irá variando a lo largo de la vida de la relación. Es importante que los miembros de esta composición sean conscientes de esta realidad para poder adaptarse a las distintas canciones que deberán bailar a lo largo de su vida juntas.
La llegada de bebés a la relación: una nueva estructura
Me gusta comparar la vida en pareja con un baile. Siempre lo he visto así. Elegimos a esa persona que (en principio) no nos pisa cuando la invitamos a bailar. Tiene nuestro mismo ritmo y le gustan canciones similares. Está en nuestra sintonía y nos encanta bailar con él o ella. Pero la vida va cambiando su melodía. No siempre nos encontramos escuchando la misma. Y es ahí cuando la relación se desajusta, sufre crisis y (en ocasiones) las personas que la componen tienen la oportunidad de volver a reencontrarse a la misma frecuencia.
Uno de los bailes más importantes a los que puede ser “invitada” una pareja es el de concebir una nueva vida. La llegada de un hijo o hija a la familia genera grandes transformaciones para las que tendréis que estar preparados/as. Y con esto no me refiero a imaginar como cambiará vuestra vida o haceros una idea de lo que sucederá. Si no a estar abiertos y abiertas a recibir todo lo que esta nueva personita traerá a vuestras vidas y a vuestra relación, sea lo que sea.
Comparto con frecuencia sesiones junto a padres y madres que, después de haber traído al mundo a sus hijos y/o hijas tienen la sensación de que las cosas han cambiado y mucho. Que ya no son las mismas personas, y por lo tanto, ya no se relacionan del mismo modo. La pareja ha sufrido cambios para los cuales no estaban preparados/as y no se sienten bien con la nueva situación.
Una realidad de la pareja que suelen identificar en situaciones como:
- Falta de comunicación desde el nacimiento del bebé.
- Alejamiento de los miembros de la pareja.
- Dejadez en el cuidado del vínculo de la relación.
- Frustración individual por la vida que están llevando.
- Falta de tiempo y cansancio individual y en conjunto.
- Sensación de soledad.
- Falta de relaciones íntimas.
- Arrepentimiento individual o en conjunto de la decisión de ser padres/madres.
- Tensiones por la presencia de las familias de origen en la vida diaria de la familia desde el nacimiento de los bebés.
¿Porqué suceden estos desajustes en la pareja?
Algunas de las razones más frecuentes con las que me suelo encontrar son:
- Dificultades para adoptar tu nuevo rol de madre/padre.
Bienvenida mamá, bienvenido papá. Cuando eres padres o madres además de ser pareja de… te transformas en padre o madre de… . Una nueva construcción que se sitúa dentro de tu familia primaria (nuestra pareja y nosotros/as) y para la cual tenemos que hacer un hueco de manera individual y en pareja. - Colocar al bebé en medio de la relación en lugar de frente a vosotros/as.
Es muy importante situar a los/las hijos/as frente a nosotros/as y no entre nosotros/as. Con frecuencia se coloca a los recién llegados en medio de la relación. Visualmente sería como si los hijos/as se colocaran entre los miembros de la pareja, generando con esto una desunión del vínculo. Una distancia que a la larga provocará separación. - No abrir la puerta y experimentar sobre nuevas formas de relación sexual.
El área de las relaciones sexuales se ve modificado cuando los hijos e hijas llegan a la vida de la pareja. Las primeras semanas e incluso meses conllevan cambios muy profundos en la fisiología de las madres gestantes que llegan a durar hasta aproximadamente un año después del parto (el llamado puerperio). En ocasiones la necesidad de relaciones sexuales especificas por parte de la pareja tiene como consecuencia profundas tensiones y crisis. - La sensación por parte de la persona no gestante de no estar incluida en el vínculo mamá-bebé, con la consecuente separación.
Cuando el bebé nace su dependencia a la madre gestante puede ser muy elevada. Hasta aproximadamente los dos años, dónde se forma el yo independiente de niños y niñas, el vínculo que se forma es muy grande. En ocasiones sucede que la persona que está al lado de la madre gestante se siente apartada, como fuera de lugar en esta situación. Esto puede provocar como consecuencia una separación por su parte, tendiendo a centrarse en el trabajo, amistades u otras actividades… . Y también en actitudes similares a los celos en la propia relación. - La creencia previa por parte de la pareja de que nada iba a cambiar por tener un bebé.
A veces las parejas no son conscientes de que, inevitablemente, el hecho de tener un bebé va a generar modificaciones en su relación. Es imposible volver a la relación de antes, solo podemos ir hacia delante. Es posible construir y fortificar el vínculo con la llegada de un bebé, sin duda. Pero será solo a partir de un acompañamiento por parte de las dos personas en este proceso de crianza. - Dejar la relación «para luego».
Existe la creencia de que cuando los bebés crecen las cosas se calman por si mismas y la relación «vuelve a ser como antes». Por eso, al principio muchos padres y/o madres dejan pasar el tiempo sin hacer mucho caso a la atención de su pareja. Y no hablo de tener que estar pendientes de la otra persona, sino de fijarnos en que, mientras estamos atendiendo a la crianza de los recién llegados también se esté alimentando el vínculo que nos une al otro/la otra persona. Esto no es incompatible. - La existencia de problemas anteriores (y no resueltos) al nacimiento/ llegada del bebé en la relación.
Si la relación se encontraba desajustada previamente a la llegada de un nuevo miembro a la familia, sin duda va a ser un ingrediente fundamental en esta situación de posible crisis. Aquí podemos situar también esa idea que en ocasiones sobrevuela el imaginario de algunas parejas de que la llegada de hijos e hijas a sus vidas va a ser la solución para ciertos conflictos o desajustes del vínculo. Un gran error en el que desde luego no debemos caer nunca. La maternidad y/o paternidad son un asunto de responsabilidad plena. - La inexistencia del intercambio de roles.
Pieza fundamental en las bases de una relación de pareja basada en el bienestar: el intercambio de roles. Si una pareja no realiza esta acción en su trabajo conjunto cuando llega a sus vidas el bebé existirán sin duda consecuencias en un futuro no muy lejano. Estoy hablando de la realización por parte de ambos de tareas iguales, con el mismo valor e intercambiables.No es raro encontrarme parejas que, en sus inicios no eran especialmente tradicionales, pero con la llegada de los bebés se han vuelto con una configuración completamente determinada en roles perfectamente establecidos. Sin saber muy bien cómo o porqué, las madres se ocupan de todos los cuidados y la esfera del hogar mientras que la otra parte de la pareja sigue con su esfera pública. - Olvidarte de tu espacio personal.
Es totalmente necesario que sigáis cultivando la parte más individual de cada uno/a. Una hora a la semana, cada quince días… sea como sea necesitas tiempo para ti, de manera personal y única. Normalmente con la llegada de un bebé el tiempo propio se deja completamente de lado y no se da prioridad alguna a estos espacios tan positivos.
La pareja sufre transformaciones continuadas que la ayudan a sobrevivir
Hay que contemplar las relaciones de pareja como un acompañamiento mutuo de la vida. Yo te apoyo, tú me apoyas. Un sentimiento continuado de dar y recibir que también debemos experimentar en el momento de tener un bebé. Ser conscientes de que existirán momentos complicados, canciones tristes y otras que no hayamos escuchado nunca. Pero lo que sí que sabemos es que, esa persona que tenemos al lado es con la que hemos decidido bailar. Un compromiso de danza conjunta por el tiempo que ambos decidan.
La comunicación es uno de los pilares fundamentales que sostendrán estas transformaciones en la pareja. Decir cómo estás, cómo te sientes, qué quieres, qué necesitas, cómo lo necesitas… de manera sincera y como una manera de sintonizarnos con la otra persona. Es fundamental.
Es completamente normal, sobre todo en el caso de parejas primerizas pero también con la llegada del segundo o tercer hijo, pasar por situaciones de crisis en la relación. Lo importante es ser consciente(s) de ello y, si es necesario, solicitar ayuda lo antes posible. Una mirada externa y profesional es de gran ayuda en los reajustes de la pareja.
Por supuesto, es posible que la llegada de un bebé a la familia no produzca ningún desajuste ni ninguna de las situaciones descritas con anterioridad. Es posible que la pareja no sufra ninguna crisis de ajuste o que esta sea muy leve. Y sobre todo la diferencia radicará en la forma en la que vivamos este reencuentro con nosotros y entre nosotros mismos/as.
Bien, como siempre, un placer compartir mis ideas y mi trabajo contigo. Un abrazo y espero tus comentarios más abajo, gracias 🙂
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